Una de las características de las sociedades que preparan su ingreso en este nuevo siglo XXI, es la sustancial complejidad que han adquirido. Se entrecruzan un conjunto de factores situados unas veces en los cambios tecnológicos, otras veces en la modificación de los hí¡bitos culturales de la ciudadaná y de la forma en que í©sta se relaciona.
El mundo empresarial, y con ello el mundo del trabajo, tampoco queda al margen de este proceso de complejización creciente. La empresa red, la sociedad de la información y la economá del conocimiento, por un lado; y el teletrabajo, la teleeducación y teleformación, la telemedicina y el comercio electrónico, por otro, son expresiones y manifestaciones claras de este nuevo paradigma.
Así pues, debemos convenir que no estamos sólo ante una nueva forma de organizar la producción, el trabajo, la educación, el consumo, el ocio, etc. sino frente a un gran desafío social y cultural que nos obligarí¡ a repensar, reinventar y reorganizar todas las estructuras de nuestra vieja sociedad industrial para dar paso y construir esta nueva forma de sociedad.